Susana ha estudiado toda su vida en escuelas maristas. De sus veintitrés años, dieciséis los ha pasado en aulas de colegios de los hermanos. Se acaba de graduar como arquitecta, y está lista para enfrentarse a los retos del ejercicio de su profesión.
Susana Cuétara Marrufo obtuvo el mejor promedio de su generación: 93.53. Después de cinco años, no se despide de la Universidad Marista de Mérida, sino que abre la puerta a estudiar aquí, en un futuro, una maestría. Ella es hija de Susana y José Enrique, y tiene tres hermanos: Paulina, que estudia Comunicación; Patricio, que está en la prepa, en el Centro Universitario Montejo, y José, que acaba de pasar a la secundaria, también en el CUM.
Ella compaginó estudios con trabajo. Hoy día, labora en una constructora. Organizó de manera eficaz sus tiempos, por lo que pudo destacar tanto en los salones como en el despecho. Ahora se enfocará al cien en el trabajo. Aunque considera que nunca se termina de aprender, cree que tiene las herramientas y conocimientos necesarios para afrontar cualquier situación. Eso, señala es algo que caracteriza a los egresados maristas. «Aquí te enseñan a resolver problemas», asegura. «Proponemos soluciones». Asimismo, cree que otro de los distintivos de los arquitectos formados en esta institución es su capacidad de interacción con sus clientes, «de conocer sus necesidades y requerimientos». Todas esas competencias se adquieren con base al esfuerzo. Susana reconoce que la carrera fue «muy difícil», y que, sin embargo, «le encantó». «Nos enseñaron a desarrollar nuestra parte creativa», recuerda, «a pensar más allá». Ella fue la encargada de representar a sus compañeros en la ceremonia de graduación. Ahí, ante todos, invitó a sus colegas a emprender un viaje enriquecedor, «cargando en las maletas los recursos que aquí, en la Universidad Marista, hemos adquirido». Que no se olviden de nada, reiteró, de nada «de lo que hemos aprendido en las clases, en los talleres, es los congresos…».





