Hoy la comunidad de la Universidad Marista de Mérida recuerda al Hno. Pablo Hernández García, al cumplirse un año de su partida. Su memoria, sin embargo, sigue viva en cada rincón de nuestro campus y en el corazón de quienes tuvimos la fortuna de conocerlo, aprender de él y compartir su incansable vocación de servicio.
Durante más de cuatro décadas, Don Pablito, como cariñosamente lo llamábamos, fue un pilar fundamental de la presencia Marista en Yucatán. Su llegada a nuestra ciudad marcó el inicio de una trayectoria que transformó profundamente la vida de generaciones enteras de jóvenes y que fue clave para la fundación y consolidación de nuestra Universidad.
Hombre de profunda fe, sabiduría serena y servicio silencioso, el Hermano Pablo supo tejer comunidad, formar con paciencia y acompañar con ternura. Desde sus primeros años como maestro de filosofía en el CUM, hasta su labor como Vicerrector y formador en nuestra Universidad, se distinguió por su presencia sencilla, su disposición constante y su fidelidad al proyecto educativo de San Marcelino Champagnat.
Su entrega fue reconocida en múltiples ocasiones: en 2013, al recibir la Medalla San Marcelino Champagnat; en 2017, al inaugurar el auditorio que lleva su nombre; y en 2022, al ser uno de los tres primeros en recibir el título de Doctor Honoris Causa de nuestra institución. Cada uno de estos reconocimientos refleja tan solo una parte del profundo impacto que su vida tuvo en nuestra comunidad.
Como expresó nuestro rector Ermilo Echeverría Castellanos:
“La vida de Don Pablo ya está escrita con letras de oro en cada vida transformada […] Don Pablo hizo vida el sueño de San Marcelino Champagnat. Don Pablo soñó con una Universidad Marista de Mérida y trabajó incansable para hacerla realidad.”
Hoy celebramos con gratitud la huella imborrable que nos dejó. Su legado sigue vivo en nuestros programas, en nuestras aulas, en nuestros valores y, sobre todo, en el espíritu de familia que él cultivó con tanto esmero.
Gracias por tanto, Don Pablito.