Haití no está solo. Está en las manos de Dios, cuyo infinito amor se manifiesta con la ayuda internacional. Y lo afirma sin temblores Forestal Toussaint, hermano marista haitiano, en una entrevista en la escuela Joaquín Peón.
¿Cómo debe ser la reconstrucción? Resolviendo los problemas de la corrupción y de la centralización. Es momento de planificar una nueva estructura urbana, que evite que todo se concentre en la capital.
También, como marista, cree que la educación es básica para el futuro haitiano. Antes del sismo ¿qué aspecto positivo podrías destacar de tu país? La educación. Muchos padres de familia estaban comprometidos con la educación de sus hijos. “Yo no quiero que mis hijos vivan como yo he vivido”, decían, y se esforzaban en proporcionarles una buena formación.
Los hermanos maristas tienen tres escuelas ahí. Dos secundarias y una primaria. “Yo regresaré a Haití en agosto, y estaré ahí un año. Mis hermanos y yo centraremos esfuerzos en la educación, y trataremos de apoyar en el transporte y en la alimentación a nuestros alumnos”, planea Forestal, quien nació en Dame Marie —Nuestra María—. Un buen nombre para un discípulo de Champagnat.
¿Qué tipo de ayuda crees que se necesita? De toda. Pero creo que, con el tiempo, surgen distintas necesidades. Acabo de leer que se están construyendo plantas de potabilización, y nosotros, cuando comencemos a prestar servicio de transporte, necesitaremos un autobús, o una miniván, que hoy día no tenemos.
¿Qué tipo de ayuda crees que no necesita? Haití no necesita de la violencia. He visto, con tristeza, cómo algunos soldados arrojan gases o golpean a damnificados. Eso me duele aquí —apunta a su corazón—, me duele mucho. No es necesario. La gente no necesita más violencia.
El transporte para los alumnos será algo primordial. La gran mayoría no contará con medios para ir a la escuela, y corre el riesgo de dejar los estudios.
“Las puertas están abiertas. Todo el mundo puede ayudar en la reconstrucción de mi país”, invita, por último, Forestal. Y promete dar más noticias suyas. Buenas noticias.—P. C. "Haití no está solo. Está en las manos de Dios, cuyo infinito amor se manifiesta con la ayuda internacional". Y lo afirma sin temblores Forestal Toussaint, hermano marista haitiano, en una entrevista en la escuela Joaquín Peón.
"Lo que está pasando en mi país es por algo... Ya sufría, y mucho, antes del terremoto. Ahora llegó el momento de reconstruir", dice, con tal seguridad, que su apretón de mano parece ya un acto de edificación.
Forestal es uno de los once hermanos con votos temporales de la isla, que desde hace dos años pertenece a la provincia de México Occidental. Desde el sábado 2 de enero está en Mérida, y el último sábados del mes regresará a Guadalajara, donde cursa el segundo año de escolasticado.
¿Cómo recibiste la noticia del terremoto? Por internet. Una amiga, con la que estaba platicando, me avisó. Después vi los primeros avances por televisión y, después, me seguí informando en internet.
¿Cuáles fueron tus primeras reacciones? De angustia, de tristeza. No podía comunicarme con mi familia, con mis amigos. No sabía nada de ellos. Poco a poco, con el paso de los días, la angustia y la tristeza fue aminorando, y dio pasos a nuevos sentimientos, de esperanza y de fe.
¿Cómo están tus amigos, tu familia? ¿Ya te pudiste comunicar con ellos? Mis padres están bien. Ellos no viven en la capital -Puerto Príncipe-. Tengo dos hermanos que sí. Uno está bien, del otro no sé nada. Puede que esté vivo, puede que no. También tengo muchos otros amigos de los que no sé nada.
La voz de Forestal al dar esta respuesta es firme, como una roca. Ningún sismo podría haberla tirado, roto. Aunque considera que todavía viene lo peor, tiene gran confianza en el porvenir.
¿Has sentido tú alguna vez un temblor? Una vez, de visita en Puerto Príncipe, sentí uno, pero duró como un segundo. No pasó nada. ¿Cómo era tu país antes? Haití es, desde hace mucho tiempo, una nación enferma, principalmente, de corrupción. Los políticos sólo ven por su bien, nunca por el del pueblo. Ellos llevan en el vientre la corrupción. Lo que está pasando es por algo, mi país ya estaba sufriendo antes del terremoto.
Además de la corrupción ¿qué otro gran problema tenía Haití? Todo está centralizado en la capital. Si quieres seguir estudiando, si quieres tener un mejor trabajo, si quieres que tu familia cuente con más servicios tienes que mudarte ahí. Las provincias no tienen nada.
El hermano marista aprendió español en sólo un mes, en Colombia. Sus lenguas maternas son el criollo y el francés. En la entrevista, salpica su plática con pequeñas adiciones yucatecas a su lenguaje, como "chin".
¿Cómo debe ser la reconstrucción? Resolviendo los problemas de la corrupción y de la centralización. Es momento de planificar una nueva estructura urbana, que evite que todo se concentre en la capital, darle más jugada a las provincias, creando industrias, dando oportunidades a la gente.
También, como marista, cree que la educación es básica para el futuro haitiano. Antes y después del terremoto. Antes del sismo ¿qué aspecto positivo podrías destacar de tu país? La educación. Muchos padres de familia estaban realmente comprometidos con la educación de sus hijos. "Yo no quiero que mis hijos vivan como yo he vivido", decían, y se esforzaban en proporcionarles una buena formación.
Los hermanos maristas tienen tres escuelas ahí. Dos secundarias y una primaria. En una de ellas, por las tardes, se atiende a niños y jóvenes analfabetos.
Yo regresaré a Haití en agosto, y estaré ahí un año. Mis hermanos y yo centraremos esfuerzos en la educación, y trataremos de apoyar en el transporte y en la alimentación a nuestros alumnos, planea Forestal , quien nació en la población de Dame Marie -Nuestra María-. Un buen nombre para un discípulo de Champagnat.
¿Qué tipo de ayuda crees que se necesita? De toda. Pero creo que, con el tiempo, surgen distintas necesidades. Por ejemplo, acabo de leer que ya se están construyendo plantas de potabilización de agua, y nosotros, cuando comencemos a prestar servicio de transporte, necesitaremos un autobús, o una minivan, que hoy día no tenemos.
¿Qué tipo de ayuda crees que no necesita? Haití no necesita de la violencia. He visto, con tristeza, cómo algunos soldados arrojan gases o golpean a damnificados. Eso me duelo aquí -apunta a su corazón-, me duele mucho. No es necesario. La gente no necesita más violencia.
El transporte para los alumnos maristas será algo primordial. La gran mayoría no contará con medios para ir a la escuela, y corre el riesgo de dejar los estudios.
Las puertas están abiertas. Todo el mundo puede ayudar en la reconstrucción de mi país, invita, por último, Forestal. Y promete dar más noticias suyas. Buenas noticias.
Nota del Diario de Yucatán y Maristas en Acción