UNIVERSIDAD MARISTA DE MÉRIDA A.C.

¡Gracias Don Pablito!

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El día de ayer, después de unos días complicados de salud, nuestro querido “Don Pablito” fue llamado a la casa del Padre, desde donde seguramente seguirá velando por las acciones de SU querida Universidad.

La historia de la presencia Marista en tierras yucatecas, sin duda no puede ser contada sin hacer mención del hermano Marista Pablo Hernández García, pues a pesar de no haber nacido en nuestro estado, su incansable presencia de 45 años en las distintas obras de la ciudad lo convirtieron en un muy querido profesor para muchas generaciones de jóvenes cumistas. Además, fue pieza clave en la gestión y acompañamiento para la fundación de la Universidad Marista de Mérida, así como otras obras y programas emblemáticos como el Centro Marista de Desarrollo, en la colonia Emiliano Zapata Sur, y el programa de Formación Integral para los Adultos Mayores que ofrece nuestra Universidad hasta el día de hoy.

Don Pablo nació el 30 de junio de 1927 en Arandas, Jalisco y, apenas doce años más tarde, el 11 de diciembre de 1939, entregó generosamente su vida para formarse y servir en el proyecto educativo de San Marcelino Champagnat. Realizó su Juniorado en Cienfuegos, Cuba durante tres años y en 1944 hizo sus votos perpetuos como Hermano Marista. Posteriormente, obtuvo el grado de Licenciado en Filosofía en la UNAM, formación académica que le sirvió para su labor como formador y para nutrir sus decisiones cotidianas.

Fue maestro de filosofía de varias generaciones Maristas del CUM en el periodo 1975-1983, y luego de 1994 a 1996. Este último año fue nombrado por el Hermano Provincial, don Antonio Cavazos Bueno, para acompañar y asesorar al Rector en el proceso de fundación de nuestra querida Universidad, proyecto que visualizaba Don Pablo desde 1981.

Nuestra comunidad Universitaria tuvo, desde su fundación, el privilegio de contar con su presencia sencilla y discreta; atento, dispuesto a escuchar y también a guiar con sabiduría y claridad. Siempre pendiente de las necesidades humanas y de formación de los universitarios y también del personal académico y administrativo. Siempre preocupado por cuidar el ambiente de familia de nuestra Universidad y la calidad educativa de todos nuestros programas. Siempre participando incansablemente en la Junta de Gobierno, los Colegios de Profesores, el Consejo Académico y en las reuniones de administrativos y personal de intendencia, ofreciendo la formación Marista requerida para que todos realicemos, cabalmente, el proyecto educativo de San Marcelino, y lo sustentemos en amor y confianza en nuestra Buena Madre. 

El 6 de junio del 2013, en el marco de los festejos de los primeros 15 años de nuestra Universidad, Don Pablito recibió la Medalla San Marcelino Champagnat, máximo reconocimiento otorgado por nuestra institución, conferida a quienes han contribuido a servir a la comunidad realizando una labor humanitaria para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, inspirado en el Carisma Marista. Fue el segundo recipiendario de esta distinción, antecedido por Don Luis Ramírez Rosado. En este evento, el Dr. Juan Carlos Seijo Gutiérrez, primer rector de la Universidad, expresó lo siguiente: “Los que tenemos el privilegio de servir a nuestra comunidad universitaria hemos recibido de Don Pablo su incondicional acompañamiento académico, humano y espiritual. Don Pablo ha sido siempre un amigo entrañable y un ejemplo de vida para nuestra comunidad educativa. Con su testimonio cotidiano, hace vida el hermoso lema de nuestra Universidad, Ser para Servir. ¡Muchas gracias Don Pablo!”

En 2017, fue bendecido e inaugurado en el campus universitario, el majestuoso auditorio que lleva su nombre “Hno. Pablo Hernández García”, en presencia del arzobispo de Yucatán, Mons. Gustavo Rodríguez Vega, y el entonces superior de la Provincia de México Occidental, H. Miguel Santos Villarreal. En la Universidad, todos los espacios emblemáticos del campus llevan el nombre de un hermano marista, y Don Pablo fue el primero que recibió esta distinción en vida. El entonces rector de la Universidad, el maestro Miguel Baquedano Pérez, también expresó en numerosos momentos el cariño y la admiración que sentía por Don Pablo; en alguno de esos momentos mencionó: “Sólo si quitamos todo el oropel, toda la brillantina, podemos conocer el papel importantísimo que desempeñan esas personas que hacen que los pequeños gestos cobren sentido y reconozcamos lo que es realmente importante, lo que perdurará y por lo que seremos juzgados.

No recuerdo que en ninguno de los días que tiene de vida la universidad haya habido cansancio tan grande que a Don Pablo le impidiera venir. Tampoco ha habido malestar que lo hiciera llegar tarde. Nunca he escuchado de él un no por respuesta cuando se trata de ayudar a alguien; no hay obstáculo que le impida dar su tiempo a los demás. Don Pablo no dudó en dar su vida por la universidad y por nosotros.”

 

Para mayo de 2022, como parte de la celebración del 25º aniversario de la Universidad, se llevó a cabo la entrega del título “Doctor Honoris Causa”, otorgado por primera vez en nuestra institución y conferido a los profesores o investigadores mexicanos o extranjeros con méritos excepcionales, por sus contribuciones a la educación, las ciencias, las letras o las artes, o a quienes han realizado una labor de extraordinario valor para mejorar el bienestar de la humanidad. Don Pablo fue una de las 3 primeras personas a las que la Universidad les entregó este título, los otros dos fueron el arzobispo de Xalapa, monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, y el hermano Manuel Franco Jáuregui, “Chiquilín”.

Nuestro rector, Ermilo José Echeverría Castellanos, quien conoció a Don Pablo desde su etapa como estudiante del CUM y posteriormente coincidió con él como profesor y director de la Escuela de Contaduría, y desde agosto de 2022 como rector de la Universidad, se expresó así de Don Pablo:

“La vida de Don Pablo ya está escrita con letras de oro en cada vida transformada, en cada alumna y alumno que escuchó su mensaje de fraternidad y su invitación a vivir una vida ejemplar.

La vida de Don Pablo, de forma auténtica nos da un ejemplo de testimonio al estilo marista. Si quiero ser fiel al marista que conocí, tengo que reconocer en él, la sencillez, la humildad y la modestia que resumen el estilo de Champagnat.

Hombre de trato amable, vida sencilla, presencia constante y permanente. Nunca pretensioso ni protagónico y, sin embargo, dueño del espacio en el que convivía con nuestro equipo, siempre animando, siempre acompañando.

Hombre reflexivo, observaba mucho y hablaba poco, pero cuando hablaba, el consejo era generoso en experiencia y en sabiduría.

Como cita la canción, Don Pablo “Cortó la Roca”, junto con sus hermanos, junto con un gran equipo, construyó fraternidad, construyó esta casa y es así como su vida está escrita en los pasillos y en las cartelas de esta, su Universidad.

Don Pablo hizo vida el sueño de San Marcelino Champagnat. Don Pablo soñó con una Universidad Marista de Mérida y trabajó incansable para hacerla realidad. Hoy, a 27 años de su fundación, nos ponemos de pie para rendir homenaje póstumo a un gran maestro, a un gran marista que deja en nuestra memoria, en nuestro recuerdo y en esta casa un legado de vida marista que permanecerá mientras nuestra universidad vibre y viva.”

Sin duda, todas estas palabras y expresiones en torno a Don Pablito hoy cobran mayor sentido y, aunque el corazón de la Comunidad Marista de Mérida llora su ausencia, celebramos también la oportunidad de haber contado con su presencia, acompañamiento, lealtad, perseverancia, consejo, cariño y enseñanzas que quedarán impregnadas en cada uno de nuestros muros, pero sobre todo en los corazones de nuestros alumnos, egresados, profesores y colaboradores que compartimos con él su trayecto de vida. ¡Muchas gracias, Don Pablito!

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