UNIVERSIDAD MARISTA DE MÉRIDA A.C.

Lecciones de vida y obra

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La semana pasada se realizó el 8o. Congreso Internacional de Arquitectura y Diseño de la Universidad Marista de Mérida. La apertura estuvo a cargo del japonés Toyo Ito, considerado como uno de los arquitectos más innovadores e influyentes del mundo. Es el tercer galardonado con el Pritzker —premio que recibió en 2013— que se presenta en la Marista; lo antecedieron el australiano Greg Murkot (galardonado en 2002, vino a la universidad en 2011) y el suizo Peter Zumthor (2009, 2015). El congreso continuó con las presentaciones de los arquitectos mexicanos Gustavo Carmona y Ezequiel Farca. Este evento es el primero en realizar en el nuevo auditorio «H. Pablo Hernández García», de esta casa de estudios. 

En una entrevista con el Diario de Yucatán, Ito admite que no puede hacer más que arquitectura moderna; él lo admite. Pero ve una correspondencia entre la fluidez de sus diseños con la del barroco, escuela artística a la que está consagrada el museo que creó recientemente en Puebla.

«He visitado varias veces la Catedral barroca de Puebla. Es, desde luego, muy diferente de mis trabajos», dice el Premio Pritzker 2013 en una charla con la reportera Valentina Boeta. Sin embargo, «en mi arquitectura el espacio siempre es fluido» y «la arquitectura barroca es diferente de la renacentista, que tiene un orden muy estricto; el barroco es un poco cambiante y con espacios más fluidos».

Su participación en el 8o. Congreso Internacional de Arquitectura y Diseño de la Universidad Marista significó el primer viaje a Mérida de Ito, quien ha estado unas 15 veces en nuestro país: en Ciudad de México, Guadalajara y Puebla. En esa última ciudad, su proyecto del Museo Internacional del Barroco vio la luz en la administración gubernamental de Rafael Moreno Valle, cuya fortaleza para concretar la propuesta es elogiada por el profesional japonés. «En Japón antes había gobernadores fuertes, pero ahora hay muchos oficiales que controlan todo, sólo preguntan: ¿Es seguro? ¿No hay riesgos? Es muy difícil hacer buena arquitectura», afirma.

«El concepto de funcionalidad ha cambiando mucho”, añade. “En el siglo XX dividíamos los espacios según su función; por ejemplo, en la casa había una habitación, un comedor, una sala; pero la actividad de la gente no está tan dividida, yo a veces como mientras veo la televisión y estoy acostado».

«Yo no sigo ese concepto. Las casas japonesas y las mexicanas antiguas no están divididas según su función, la gente se mueve (dentro de ellas): cuando hay calor se va al norte de la casa y cuando hay frío cambia de lugar. Ahora vivo en un departamento y mi perro siempre está cambiando de espacio, duerme en el pasillo de entrada cuando hace calor… Me gusta ese tipo de espacios muy ambiguos».

«Mucha de la arquitectura, en especial la pública, aún conjuga la funcionalidad del siglo XX. Para mí es demasiado convencional, trabajo para cambiarla».

Ito confiesa que el Pritzker no ha transformado gran cosa su vida. «Mis proyectos no han aumentado, mi campo de diseño no ha crecido; el único cambio ha sido que se han incrementado las conferencias», señala sonriendo.

Deben ser «grandes buscadores»
«Aprender a aprender» es una lección que a Ezequiel Farca, por su parte, le gustaría que recibieran alumnos de Arquitectura. Porque, advierte, en cinco años lo que están estudiando en la escuela dejará de serles de utilidad. «El mundo está cambiando de una manera tan rápida que si no te adaptas a esos procesos… Puedes ser un especialista en iluminación, pero la iluminación cambia con la tecnología», subraya.

«Los arquitectos», dice, por su parte, Gustavo Carmona, «tenemos que ser grandes buscadores: en cada esquina, en cada rayo de luz tenemos que observar profundamente. Las lecciones de creatividad y aprendizaje están en las cosas que menos imaginamos».

Mérida no es una desconocida para el arquitecto capitalino, responsable en esta ciudad del restaurante Merci y el Pabellón Montes Molina, la cubierta de concreto en los jardines de la quinta.

Visto en retrospectiva, diseñar el pabellón —Medalla de Plata en la categoría Cultura de la Bienal de Arquitectura de Ciudad de México en 2015— tuvo como «reto más bonito» trabajar «con el cielo y el azul de Mérida». Pocas veces se reciben proyectos «que simplemente son un espacio y cuyo programa es estar parado ahí y no necesariamente tener una lista de habitaciones o de cosas por llenar».

El profesional y su esposa Lisa Beltrán, el dúo detrás del despacho Materia Arq, desarrollan tanto proyectos residenciales como comerciales, entre ellos tiendas de marcas como Burberry y Louis Vuitton. Durante algún tiempo Gustavo pensó que la naturaleza de ambos era diferente. «De hecho, como arquitecto lidié mucho con aceptar que estaba haciendo proyectos de ese tipo».

«El tiempo me fue enseñando que las dos cosas estaban intercaladas con los intereses que tenía. La atención al detalle y la materialidad fortifican la construcción de una atmósfera y una experiencia fenomenológica, que es lo que buscamos. Son por tipología muy diferentes, pero en esencia están muy ligados», añade el arquitecto, que en el congreso ofreció la ponencia «Atmósferas detalladas».

«Hoy en día estoy en un punto en que trato de unir la parte ambigua de la atmósfera y la experiencia con la mesurable y totalmente de oficio y objetiva del material y los detalles».

Ezequiel Farca, además de la conferencia «Escalas», impartió un taller de diseño de silla, que «se vuelve un ejercicio muy divertido con los alumnos porque hemos desarrollado una técnica por la que a través de unas cajas pueden hacer el diseño; el resultado es para todos muy sorprendente». Ganador en la categoría Muebles del Good Design Award 2005 por la Tumbona Zihua, revela que «siempre quise estudiar Arquitectura, pero no me aceptaron; acabé entrando a Diseño Industrial y, cuando terminé, empecé Arquitectura, en el primer semestre dije: ‘No, esto es una locura, no puedo aventarme otra carrera’».

«Mi proceso ha sido diseñar de adentro hacia afuera porque así lo aprendí. Al final la parte importante es la experiencia, lo que el cliente vive con su taza de café y luego en el espacio».

En su portafolio aparece también el diseño de yates, pero Farca no cree que sólo las personas solventes tengan derecho a una casa y cosas bonitas. Él, por ejemplo, está involucrado en un proyecto para remozar 23 fondas del centro de Ciudad de México, para cada una de las cuales se ha autorizado un presupuesto de $15 mil. «La metodología de diseño la puedes aplicar a todo sin ser excluyente por un presupuesto. Es increíble hacer un yate, es un sueño; pero cuando vas con el taquero tienes que ver su necesidad. Es el mismo proceso de diseño».

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